Nico era uno de mis alumnos, de esos especiales, de esos en los que uno se atreve a adivinar que tiene un potencial enorme a pesar de las situaciones adversas por las que le toca atravesar a cualquier adolescente de 17 años que viva en Barrio Sarmiento, o en cualquier otra parte.
Nico había descubierto el don de la palabra, había descubierto el poder de la poesía y era de los que "se prendían en todas", como en el taller de mural del 2007, como en los intentos de revista literaria, los concursos de haikus, los torneos bonaerenses.
Hace unos meses había dejado la escuela, le perdimos el rastro. No dejábamos de hablar de ello entre nosotros, los profes de la ESB 186, de tantos casos como el de Nicolás que nos suceden a diario.
Esta mañana supimos de su muerte, en Mar del Plata, en el mar. Se había ido a trabajar con su tío.
Lo que sigue son sus palabras; "ausencia" del 2007 y "llueve sobre el día" de este año, trabajos con los que participó de los torneos bonaerenses.
No puedo dejar de pensar que podría haber sido un gran poeta, un hombre feliz, un padre, un abuelo...
Compartir esto con ustedes es la única forma que se me ocurrió para rendirle homenaje. Sus palabras seguirán viviendo en mí y en ustedes.
ausencia
dulce pesadumbre
lleva paso a paso
a la condena
hasta pasar los muros
sin remedio
fundiéndose en
terciopelo negro
dulce pesadumbre
de viejas lágrimas
no llega jamás
el duelo
dulce pesadumbre
él me espera
vestido de luto
y su rostro vacío
exhala una luz muerta
Llueve sobre el día
Llueve sobre mí
el día en que tu sereno rostro
duerme a mi lado
enceguecido de amor
Sigue lloviendo sobre mí
En el fondo del mar se oye
la voz de la dulce espera
de más amor
Camino lentamente
sobre brasas ardientes
Cuando te alejas
y algo estalla
en lo más profundo
de mi alma
Sigue lloviendo sobre mí
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